Durante las últimas dos semanas tuve la posibilidad de conversar con dos dueños de empresas familiares. Y si bien no lo consideran así, tienen evidentes problemas de comunicación interna. Quiero compartirles mi experiencia.
Las empresas familiares tienen problemas de comunicación como cualquier otra organización, pero con un aditivo que es la relación familiar entre algunos de sus miembros. Lo cual lejos de ser una ventaja, representa una dificultad a la hora de gestionar.
La primera cuestión gira en torno a la informalidad de la comunicación entre los miembros de la familia que dirigen la empresa. Directivas propias de un padre a un hijo más que de un jefe a un empleado, por decirlo así. Claramente se funden los roles en una relación híbrida donde a nivel organizacional prima el vínculo familiar.
El segundo aspecto a destacar está relacionado a cómo se modifica el organigrama, pasando a ser un “familigrama”. Lo descripto antes se contextualiza: delante del resto de los miembros de la empresa, que no son familiares. Ellos ven cómo los socios discuten como marido y mujer. Y más allá: el hijo menor recientemente ingresado, pasa directamente al despacho del Director (su padre) obviando completamente a su superior inmediato, un supervisor que nada tiene que ver con el apellido que dirige la firma.
Desde luego estimo que no todas las empresas familiares se desarrollan de la misma manera, sin embargo esto es un modo de gestionar que puede repetirse. El comunicador necesita liderar un cambio a nivel cultural, brindar herramientas de gestión y, quizá aliado a un especialista en Management, enfocar el cómo se desarrollan las relaciones interpersonales.
Me gustaría conocer sus opiniones al respecto, ¿han vivido o conocen de algún otro caso similar?
Completamente de acuerdo Franco. Y el tema se pone más complejo a medida que la empresa familiar gana mercado en base a la improvisación e intuición del fundador o el director general de la misma. De ese modo se convierte la organización en un patriarcado.