No es en el 100% de los casos, pero la mayoría de las veces es un tema de códigos. Uno usa Whatsapp de una manera y piensa que todos lo usan igual. Si yo contesto dos segundos después de que el mensaje entra no quiere decir que todos lo usen así. Parece una obviedad, pero cuando alguien te reclama “por qué no me contestás, si veo que estás en línea…” algo no estaría funcionando.
Entonces aparecen pensamientos como:
- Está contestando a otros y a mi no…
- Me clavó el visto…
- Le mandé el chat hace una hora y estuvo en línea hace 3 minutos y no me contestó…
Todo ego. Yo, yo yo. A mí, a mí, a mí… Paremos.
A veces es más fácil leer que contestar. Escuchar un audio que mandarlo. Y no pasa nada. No debería pasar nada. Porque a pesar de que Whatsapp nos da la sensación de que estamos frente a frente con la otra persona, en realidad no lo estamos ni esa persona está disponible el 100% del tiempo.
Comunicarnos es una actitud natural del ser humano pero, al menos en este caso, pongámosle más cerebro y menos emoción para tratar de que funcione.
Franco